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La historia de la rana hervida

Un cliente de Coaching suele, en ocasiones, llegar desorientado a la primera sesión. Cuando digo desorientado, me refiero a que se encuentra en un punto en el que, a veces ni sabe hacia dónde quiere realmente seguir avanzando, o si lo sabe, no sabe cómo empezar. Tampoco sabe cómo llegó a la situación en la que se encuentra actualmente.

Cuando el coach pregunta al cliente: ¿desde cuándo exactamente te encuentras en esta situación?, la respuesta en muchas ocasiones suele ser similar a: “no lo recuerdo, no recuerdo cuando empezó.” En ese momento es cuando la metáfora de “La rana hervida” puede que le ayude a comprender su situación. Esta dice así:

Si metemos una rana viva en una olla de agua hirviendo, esta conseguirá saltando salir de ella. Sin embargo, si metemos al animal en una olla de agua fría al comienzo, y vamos subiendo la temperatura poco a poco, haciendo que el agua gradualmente esté más caliente, lo más probable es que el animalito acabe cocido e irremediablemente cadáver.

La metáfora es válida, porque nos enseña que muchas veces no somos conscientes de los cambios graduales que se van produciendo a nuestro alrededor, y es por esto que llega un momento en el que la desorientación es tal que nos impide “saltar de la olla”. El primer paso para saltar, siguiendo con la analogía, es entonces verificar a que temperatura se encuentra el agua en que nadamos. Ser conscientes de que estamos a punto de hervir, y permitirnos tener esta sensación. Desde ahi, buscaremos que es lo que hace que el agua esté tan caliente y que queremos hacer para saltar de la olla.

Las preguntas que haría el coach, y que yo te hago a ti ahora son: ¿a qué temperatura está entonces tu agua? ¿Qué te gustaría cambiar para que el agua se enfríe? ¿Cuándo puedes empezar?

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