El Coaching es una disciplina que nace con el objetivo de que las personas alcancen sus objetivos mediante sus propios medios, es decir, siendo conscientes de sus habilidades y recursos.
Es importante que el Coach explore en qué punto se encuentra su cliente con respecto a su objetivo para poder trazar un plan de acción acorde. Por lo tanto, en un proceso de Coaching se parte del momento actual y se proyecta hacia el futuro.
La base del Coaching es que el pasado no se puede cambiar y por lo tanto la persona no ha de dirigir su energía y recursos hacia él, sino hacia sus metas, deseos y objetivos, ya que estos sí se pueden lograr. Sin embargo, en ocasiones eventos del pasado repercuten negativamente en la actualidad y en la consecución de los objetivos. Es en este tipo de situaciones cuando sí conviene indagar en el pasado para ver dónde se encuentra el nudo y resolverlo, tal y como se hace en las Constelaciones. Se trata de casos puntuales. En la gran mayoría de procesos de Coaching, el eje central se encuentra en conocer la situación actual y la situación deseada. Por lo tanto, con el coaching miras el presente y te impulsas hacia el futuro.
Para ello, se han de visibilizar los recursos personales del cliente, útiles para la consecución del objetivo. Estos recursos no son solo competencias individuales (por ejemplo: creatividad), sino que también hay otro tipo de recursos como los económicos (¿De cuánto dinero dispongo para llevar a cabo mi objetivo?), temporales (¿Cuánto tiempo tengo?) o sociales (¿Quién me podría ayudar?). Una vez el cliente es consciente de la cantidad de recursos de los que dispone para alcanzar su meta es cuando se pone realmente en marcha y la alcanza.
En definitiva, la forma de llegar a una situación deseada es a través del presente, ya que son las acciones que realices ahora las que te acerquen o alejen de tu objetivo, no las del pasado.
Desirée Nieto, colaboradora Instituto Superior de Coaching