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¿Cómo me sitúo ante los demás? ¿Y ante mí?

Conseguir que el cliente de coaching utilice su buena autoestima para motivarse más en relación al objetivo que está persiguiendo puede formar parte de un proceso de coaching. Eric Berne, fundador del análisis transaccional en colaboración con Franklin Ernst, describió cuatro formas de comprender el modo en el que nos situamos hacia los demás y que son un reflejo directo de nuestro nivel de autoestima. Las denominó posiciones de la vida. Dependen de las imágenes que nos hacemos de nosotros mismos, de los demás y de las relaciones que tenemos con ellos.

En un proceso de coaching, será el cliente el que tenga que tomar conciencia de la imagen que de él mismo tiene y de las consecuencias de esta imagen en relación a las acciones que realiza en el día a día. Un coach, ya hemos comentado en algunas entradas anteriores de este blog, NO hace terapia.

Sin embargo, confrontar al cliente con la propia visión que el tiene de si mismo es parte de su acompañamiento. Veamos ahora cuales son las cuatro posiciones en relación con la autoestima. La primera es no me acepto pero acepto a los demás. Esta posición puede ser resultante de dificultades en la infancia, modo de educación en exceso permisivo y sobreprotector, o demasiado rígido y exigente. Una vez adulto, este individuo no confía en si mismo, pero tampoco en los demás.

Admira a los otros y se cree incapaz de hacer lo que ellos hacen. Es aquí donde el coach obtiene mucha información de las creencias que pueden limitar a esta persona. La segunda posición sería, me acepto, pero no acepto a los demás. Esta posición se da cuando un niño no ha tenido la seguridad y el apoyo necesario para un crecimiento armonioso, y ha debido “luchar para existir”, sucede que, una vez de adulto, se hace duro y despreciativo hacia los demás. Esto también puede ocurrir cuando al niño no se le han puesto límites con firmeza y a la vez con tacto. Crece entonces “a la buena de Dios” y llega a tratar a los demás como si fuesen esclavos a su servicio. Aunque este comportamiento puede resultar a primera vista de “alta autoestima”, lo que no es el caso. Se trata una actitud que revela una profunda perturbación de la autoestima. En la tercera posición, se define por el no me acepto, ni acepto a los demás. Aquí si se refleja una seria falta de autoestima… Estas personas almacenan mucho odio contra el mundo en general, no llegando en ocasiones a ver sentido a su propia vida. Sin embargo la posición más correcta sería, me acepto, reconozco mi valor y acepto a los demás reconociéndolos el suyo.

Aquí es donde podemos decir que la persona tiene una autoestima excelente. Su diálogo interior es positivo. Frente a un nuevo reto, su vocecilla interior les dice: ¡Lo vas a conseguir, tu puedes, venga! Esta es la posición que busca el coaching. Si el cliente de coaching se acepta tal y como es, y además lucha por cada uno de sus propósitos con la fuerza positiva de la buena autoestima, el proceso de coaching tiene muchas posibilidades de ser un éxito. Para quienes viven en esta posición, les es posible vivir plenamente aceptándose con sus sombras y sus luces, siendo capaces de abrirse, de escuchar y de ser realistas.

El coach, como simple acompañante del proceso, y mediante la pregunta principalmente, va orientando esta toma de conciencia y el posible cambio en su cliente, para así conseguir los objetivos que éste se ha fijado. Si quieres profundizar sobre como llevas la autoestima, puedes mirarte el libre Cuaderno de ejercicios para aumentar la autoestima de la editorial Terapias Verdes, de donde hemos extractado parte de este artículo.

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