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Bendita Energía

Dicen que la energía ni se crea, ni se destruye, sino que simplemente se transforma. Hoy me gustaría añadir algo más, ¡la energía también se contagia!. Aquel que entra en contacto con un ambiente en el que las personas que lo forman rebosan energía, se ve irremediablemente contagiado por ella. ¿Y quién no quiere hoy en día (y siempre), recargarse de energía?

Dicen que la energía ni se crea, ni se destruye, sino que simplemente se transforma. Hoy me gustaría añadir algo más, ¡la energía también se contagia!. Aquel que entra en contacto con un ambiente en el que las personas que lo forman rebosan energía, se ve irremediablemente contagiado por ella. ¿Y quién no quiere hoy en día (y siempre), recargarse de energía?

Esto se puede comprobar, por ejemplo, cuando uno tiene la suerte de trabajar con un equipo con el que comparte una visión. Cuando existe una visión alineada, cuando tienes la fortuna de ser miembro, ¡aunque sólo sea por un par de días!, de un gran banco de peces, que navegan en la misma dirección, y que utilizan toda su creatividad individual y colectiva para dar paso a innumerables formas, ¡a cada cual más original!, que no hacen sino reafirmar tu creencia de que “el todo puede llegar a ser MUCHO MÁS que las partes”…, en esos momentos, sólo te queda sentir que eres un ser muy afortunado.

Fortuna, ¡qué palabra tan rebosante de energía!. Fortuna por ser, por estar, por pertenecer, por expresar, por comunicar, por compartir, por sentir, por aprender, por SOÑAR. ¿Quién no tiene algún sueño por cumplir en su cabeza? ¿Quién no ha pensado alguna vez en ser o convertirse en algo (o alguien)? ¿Es que puede haber algo que te llene más de energía que el hecho de poseer una ILUSIÓN?

Ilusión, ¡otra palabra que viene cargada!. No en vano se dice que “de ilusiones se vive…”. Qué fácil sería entonces vivir, ¿no?. ¿Qué hace entonces que nos compliquemos tanto la vida? ¿De qué llenamos nuestras cabezas?. Si fueran ilusiones, estaríamos positivamente ajetreados, yendo de un lado a otro, realizando tareas que acortaran la distancia que nos separa de ellas. Sin embargo, en ocasiones parece que, aún cuando caminamos rápido o incluso corremos, no sabemos siquiera a dónde vamos, ¿cuál es nuestra meta?.

Meta, ¿qué podríamos decir de esta motivadora palabra?. Sólo con nombrarla se me viene a la cabeza la idea de alcanzarla, cruzarla e incluso rebasarla. ¡Qué sensación tan indescriptible!. ¡Qué desbordante recarga de energía se produce cuando nos demostramos a nosotros mismos que somos capaces de conseguir la meta con la que soñábamos, la ilusión que llenaba nuestras cabezas, en definitiva, aquello con lo que HOY (y siempre) nos sentimos tremendamente afortunados!

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